lunes, 23 de septiembre de 2013

Cuando el viaje acaba en explotación sexual

  • 4,5 millones de personas son víctimas de trata con fines de explotación sexual cada año, según la OIT.
  • La trata de personas es el tercer negocio más lucrativo del mundo después del tráfico de drogas y de armas, genera unos ingresos anuales de 32.000 millones de dólares.
  • Las organizaciones sociales reclaman al gobierno español una Ley Integral de Lucha contra la Trata.

“Un día, hablando en un chat con mucha gente, un chico me contactó en privado. No recuerdo su nombre, pero la conversación fue muy agradable y quedamos para conocernos en persona. Me invitó a un café por la mañana y por la tarde quedamos a comer una pizza. Así, tranquilamente, me propuso un empleo en el extranjero, exactamente en España, para trabajar en un lavacoches. Incluso me dijo que si alguna amiga mía buscaba empleo, también ella podría trabajar”. Así comienza la historia de Dumitra (nombre ficticio), una joven rumana que un día acudió a Proyecto Esperanza solicitando ayuda para romper el círculo de la trata.

Según la Organización Internacional del Trabajo ( OIT), alrededor de 4,5 millones de personas, principalmente mujeres y niñas, son víctimas cada año de la trata con fines de explotación sexual. El negocio del tráfico de personas genera, de acuerdo con cifras de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito ( UNODC), unos ingresos por valor de 32.000 millones de dólares al año. Se trata de la tercera actividad ilícita más lucrativa del mundo después del tráfico de drogas y de armas. En el 80 por ciento de los casos, la esclavitud cobra forma de explotación sexual, no obstante, la UNODC estima que solo se detecta a una de cada 20 víctimas potenciales. Este mismo organismo, en su informe de 2010 “ Trata de personas hacia Europa con fines de explotación sexual”, establece un ciclo de rotación bianual, esto significa que “sería preciso reclutar todos los años a unas 70.000 mujeres para reemplazar a las que dejan el mercado”.

En España, primer país de Europa en consumo de prostitución y tercero del mundo segúnAPRAMP (Asociación para la Prevención y Reinserción de la Mujer Prostituida), el perfil de la víctima de trata es el de una mujer de nacionalidad rumana y de edad entre los 18 y los 32 años. Una mujer como Dumitra, que se embarca en un viaje engañada con la promesa de un trabajo o un futuro mejor y por el que se llegan a contraer, en el caso concreto de las mujeres subsaharianas, deudas de entre 40.000 y 50.000 euros. Los peligros del viaje, que puede durar varios meses, y en el que muchas veces ya sufren violencia sexual y diversas formas de explotación, son solo el inicio de una vida en condiciones de esclavitud, amenazadas tanto ellas como sus familiares en el lugar de origen.

“Al día siguiente me llevaron a enseñarme donde iba a trabajar y ese sitio fue el que menos me podía imaginar, ejerciendo la prostitución en la calle. Me arrepentí mucho, pero era muy tarde. Amenazas tras amenazas nos obligaban a estar trabajando para los chulos sin contar nada a nadie. Aguanté ocho meses, tiempo en el que todo fue una pesadilla horrible. Me vendieron a otros porque un chico se enamoró de mí, y allí fue mucho peor que antes. Un día dije basta, no aguanto más. Pase lo que pase, tengo que salir de aquí”, recuerda Dumitra. Su testimonio ha sido recogido por Proyecto Esperanza, una organización integrada en la Red Española contra la Trata de Personas que desde 1999 presta ayuda de tipo integral a las mujeres víctimas de trata. Su coordinadora, Marta González, explica al otro lado del teléfono la complejidad de este fenómeno: “Se trata de un problema global y es necesario abordarlo como un problema de violación múltiple de derechos humanos, al entenderlo desde esta perspectiva, la prioridad de las autoridades debe ser la protección a las víctimas”, sostiene, al tiempo que reconoce que en España se ha avanzado bastante en los últimos años pero “todavía queda mucho por hacer”.

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