
Tomado de http://elpais.com/
Si algo ha marcado la guerra en Colombia ha sido el flagelo del secuestro, un fenómeno que llegó tan lejos que se ha convertido en una especie de epidemia y en el delito que más repudian los colombianos. Es difícil imaginar que una sola persona haya sido secuestrada cinco veces para terminar asesinada o que haya permanecido 14 años en cautiverio, pudriéndose en la selva. Tampoco es fácil reconocer que más de 39.000 personas en el país saben lo que es estar secuestrado.
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